Sea feliz, no un idiota!

Si está leyendo esto, no se encuentra perdido.

Intento distraerlo, mientras le ato los cordones de los mocasines.

jueves, 12 de agosto de 2010

Repulgando

La locura y la tristeza a veces penetran en mí, con todo el peso de sus significados. Yo me abro la cabeza y las tripas, dejo que ellas sean un sólo tirano y resulta inevitablemente de allí mi depresión: la acepto con una sonrisa, le invito un fernet, y zarpamos juntos escarbando las más oscuras regiones del espíritu y del alma.
Somos uno: ella y yo, bailando juntos sin saber. Antes de dormir me abrazo a ella, que me cuenta canciones de cuna, para hacer que yo me llene de esperanzadores sueños que se rompen al despertar, es ahí cuando mi cabeza se cierra, las tripas duelen, y ya no quiero comer ni vivir nunca más.
Pero cuando suena esa música, yo por ella me dejo de llevar, hasta que me doy cuenta que estoy vivo, y la tengo que dejar, cuando sonrío mucho a ella vuelvo, porque no soporto más mi soledad sin sus cantos...ni su música, sin eso nada vale la pena. Lloro por (y gracias) a ella cuando la miel se termina, cuando el alma se hace ameba, cuando el amor carne picada. Y de ese amor las empanadas que cierran el círculo de lágrimas locura y tristeza.

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