Sea feliz, no un idiota!

Si está leyendo esto, no se encuentra perdido.

Intento distraerlo, mientras le ato los cordones de los mocasines.

martes, 27 de diciembre de 2016

Medicina

No quiero evitarlo. No quiero dejar de pensar que nada es gratis. Sí, aunque sea de compromiso, poder ver, por un instante, nuevamente tu sonrisa dedicada a mí en forma exclusiva. Sí, fue un segundo. Sí, tal vez nunca nada vuelva a ser lo que fue. O lo que fui.

Sí, dos mensajes tuyos, en un día de mierda, pueden salvar mi vida.

Sí.

jueves, 1 de diciembre de 2016

Rutina

Cuando me despierto, te quiero. Cuando me cambio, te quiero. Mientras desayuno, te quiero. Mientras me cepillo los dientes, te quiero. Cuando cierro la llave, te quiero. Mientras camino hacia la parada, te quiero. Mientras viajo, te quiero. Cuando llego al laboratorio y dejo mis cosas, te quiero. Mientras hago una muestra, te quiero. Mientras hago otras cosas, te quiero. Mientras almuerzo, te quiero. Durante el café de las dos, te quiero. A lo largo de la tarde, te quiero. Cuando me voy al gimnasio, te quiero. Mientras hago mi rutina, te quiero. Cuando salgo y vuelvo a casa, te quiero. Cuando me voy a duchar, te quiero. Durante la cena te quiero. Cuando me dispongo a dormir, te quiero. Cuando vuelvo a ir al baño, te quiero. Al momento de dormirme, te quiero. Mientras duermo y sueño te quiero. Cuando me despierto, te quiero.

Mientras te olvido, más te quiero.

lunes, 21 de noviembre de 2016

Salir jugando

Salir jugando, desde el fondo de tu campo, no es para cualquiera. No sólo requiere mucha prestancia y precisión, sino además, sobre todo, una monstruosa y gigantesca valentía, de esa que no se ve todos los días en las canchas.

No traje conmigo aquí ni mi galera ni mi bastón. No traje mi traje resplandeciente. No vine acá con los botines lustrados.  Vine con dos pies, como todos, y nunca tuve un aroma a Perfumo. No tengo en mí la elegancia de un culé de la era Guardiola. Pero. Pero.

Pero la pelota está en mis pies y la pelota es una sola y por lo pronto es mía. Mía. Aunque la pierda y me hagan un gol estúpido, hoy no está en mis planes reventarla de puntín.

Salgamos del fondo.

domingo, 20 de noviembre de 2016

domingo, 30 de octubre de 2016

Octubre

Te extraño y te quiero hasta en los detalles más sutiles. Siento que no puedo despegarte de mí. Nunca. Te pienso en todos los recuerdos y en todas las sombras. Me acuerdo que cuando salimos por primera vez, yo no tenía barba, ni canas. Me acuerdo que no te gustaba el fernet, hasta que yo hice uno que te gustó. ¿te acordás?

Siento que puedo mirarte a los ojos y saber exactamente como estas y recorrer todos los detalles de tu cara. No puedo dejar que las cosas más estúpidas y banales me relacionen con vos. Ya te dije recién lo del fernet....Pero si tomo cerveza es lo mismo...es raro pensar en vos sin una pinta de cerveza artesanal. No, no te ofendas, pero ambos sabemos que cerveza fue (y es) un nexo vital de nuestra relación. Y veo en I-sat al actor de Game of Thrones (Littlefinger) y claro, como no recordar que mirábamos esa serie juntos. No sé si tenga ganas de volver a ver un capítulo de nuevo, sin vos.

Me conmueve que seamos parte uno del otro, sin poder arrancarnos jamás. Me dijiste que "era como si hubiese muerto alguien que querías mucho" y es exactamente así. Me la paso todo el tiempo pensando cuando fue la última vez que hicimos tal o cual cosa. Por ejemplo, la última vez que fuimos a un telo, la última vez que fuimos al cine, la última vez que cenamos. Obviamente que lo que más recuerdo es el lunes, el día que nos dimos el último abrazo sin saber que lo era. Te recuerdo en este colchón inflable que tengo al lado, que me lleva a pensar en nuestras últimas vacaciones. No pude volver al gimnasio desde que éramos novios, así que ahora, si bien quiero volver, increíblemente me cuesta mucho retomarlo al pensar en eso. Te recuerdo al pensar en el 107 e intento no subirme a un rápido 1, por si estas en uno. Te pienso y repienso y recuerdo todo, todo el tiempo.

Es obvio que no puedo creer lo que hice, en como lo arruiné, en un sólo instante, para siempre. Saber que nada de lo que haga lo arreglará, nunca.

No sé si eras el amor de mi vida, pero es casi seguro que nunca me vas a amar. De nuevo. Me revienta saber que lo único que quiero es que seas feliz y que, sin embargo, hice exactamente todo lo opuesto. No soporto ser la causa de tu pesar, justo yo, que tengo que quererte como nadie.

Ay, mierda. Recuerdo el último chocolate que me regalaste y recuerdo exactamente su sabor. Te tengo en mi placard con mis remeras y con alguna carta tuya también te tengo en mi cajón.

Te quiero cuando duermo y sueño con vos, casi todas las noches. O al menos, las noches que puedo recordar mis sueños te recuerdo a vos y siempre me duele la panza. Te lloro cuando puedo.

Siento que no puedo, no puedo ser nadie sin vos. No soy nadie sin vos. Hasta mi saliva tiene un sabor amargo y no puedo creer que recién ahora se termine así este Octubre, cuando hace 4 domingos nos juntamos en tu casa por última vez. No soporto más. Yo sólo quiero pedirte perdón aunque no sirva para nada, después de haber hecho lo que hice.

Casi que prefiero verte con otro chico de novia, siendo feliz con él, aunque me resulte casi insoportable, sólo por el hecho de que así tendría la certeza de que no estas sufriendo por un gil como yo. Es casi imposible entender que soy el mismo que te invito de nuevo a salir cuando cumplimos cinco años y al mismo tiempo soy ese otro que te arruinó la vida.

Pero más quiero que nos queramos para siempre y que quedemos por siempre cuando todo era fácil y bello. Recuerdo que en nuestro primer aniversario fuimos al cine, y nos dijimos que había sido un lindo año, pero que además no nos había costado. Éramos muy ingenuos, pero era verdad que todo había salido naturalmente. Quiero que, por un ratito, seamos esos dos que se juntaron en el cine a festejar su primer aniversario y que ese ratito, de ser posible, dure para siempre

viernes, 14 de octubre de 2016

El desgarro

Nos tuvimos que enontrar, no podíamos no hablarnos nunca más. Llegaste a mí y yo llegué a vos.

Hablamos.

Hablamos tanto...y nos dijimos de todo. Por fin nos habíamos reconciliado.

Yo soy realista, ya sé. Arreglarnos para ser novios de nuevo, no. No al menos ahora...

Pero ya casi somos amigos de nuevo, casi. Si hasta nos damos un abrazo, y es tan fuerte que duele. Obviamente que duele así por todo lo que fuimos, somos y seremos. Y yo quiero quedarme así, adherido para nunca más despegarme.

Pero entonces me rescato que la vida no es tan fácil, que algo como lo que hice no se arregla así. Tal vez algo así nunca se arregle. Yo, muy en el fondo, soy realista.

Y entonces pienso: "esto es real, esto es real, esto es real, esto es real, esto es real..." y está claro, entonces, que no lo es.

Me despierto y, como todas las mañanas, me cae todo el mundo encima. Y lo cargo en mi mochila, en mi subconsciente, en mis bolsillos, en mi ropa, en mis ojos, en mi boca y lo llevo al laboratorio, al final de Teórica 1, a Tecnópolis, a lo de Nontué y dejo un poco en mi casa. Cada tanto voy tirando a la basura lo que puedo, y otro tanto se lo voy dejando a toda la gente que cruzo en esos lugares. Pero el mundo es muy grande; mi cabeza también. Y yo soy muy pequeño.

Y cada día que pasa, me acuerdo más de lo que hice y la mochila a punto de explotar....

martes, 4 de octubre de 2016

Las muertes en Burzaco

A todos nos llega la muerte. La mía tiene un lugar físico, y un momento distinguible de los demás. Yo era algo que ya no soy, por el simple hecho de que decidí matarme. Matarme dos o tres veces seguidas. Morir por espuma, sin que la culpa sea por algo que no levó. Morir por un vómito y un colectivo.

Todas las muertes resultan ser partes de una misma muerte.

Morirse en un lugar preciso, sin saber donde queda. Y donde estoy. ¿dónde?

Pensarte y pensarnos, múltiples veces. Todas nuestras muertes. Y caer para siempre en la infinita locura.

Matarlos a todos junto conmigo. Y las luces y los soles y las sombras y las piedrecitas y las rayuelas.

Acabo de nacer de nuevo, pero ahora mi mundo nuevo es uno hecho de cadáveres.

viernes, 17 de junio de 2016

Los tres

Fuimos eternos. Navegamos el mismo mar juntos tantas veces, volviéndonos viejos con sutileza. Nos ganamos las canas con la elegancia propia de nuestra profesión y a costa de tantos absurdos insomnios. Fuimos tres y cuatro. Fuimos emos y fuimos frikis: somos nosotros.

El vértigo terminó: queda la última botella que habremos de beber del pico. La última sonrisa tuya fue hace cinco años por medio de una bufanda negra: los abrazos son los que son eternos.

Somos ríos y sombras; la terrible nostalgia de saber que no podemos recordar todos esos dichosos hechos que nos hicieron llegar hasta acá. Así como el hecho de saber que me da sueño escribir, que ya no resisto pasar la una de la noche.

Me iré a dormir con vos otra vez, haciendo de cuenta que somos lo que fuimos. Haremos de cuenta que nuestra plaza es la misma, siendo siempre un primer beso.

sábado, 21 de mayo de 2016

Flor

Yo ni sabía que jugaba Tigre. Lo supe cuando pasamos por 202. Ahí subieron varios. Y unos cuantos más en 197.

Para cuando me ofreciste el chicle de menta ya eran unos cuantos más cantando en el fondo del colectivo.

Me ofreciste un chicle de menta y nunca habíamos hablado. Ni nos habíamos visto. Eso sí que fue muy extraño.

Yo estaba de la peor manera. Con el sudor seco después de jugar al fútbol. Con el pelo revuelto después de habérmelo dejado crecer de más unos dos meses. Con mi viejo buzo verde manzana sobre la remera y todavía en shorts a pesar del frío y...

La cuestión es que cuando me ofreciste el chicle te miré por primera vez y te di las gracias. Fue ahí cuando me ruboricé como nunca y te miré por primera vez a los ojos y vi que son verdes.

Hablamos hasta llegar a Escobar.

Sé que tu novio es un tal Santino. Y que mi mejor amiga lo dibujó. Y es un músico de acá.

Sé que sos de Glew y sos mamá.

Sos un año mayor que yo.

Estudiás profesorado de literatura.

Te bajaste en la estación y dijimos que tal vez nos volvamos a ver en otro viaje de Viernes a la noche en un común.

Y unos tres minutos antes nos presentamos y creo que te dije que fue un gusto. Y ahí fue que supe finalmente tu nombre. Tal vez no sepas que aquí se realiza una Fiesta Nacional en tu honor todos los años.


lunes, 11 de abril de 2016

Nada de verse

Prometo que intentaré contenerme. Será la próxima vez que nos veamos. No te hablaré de la forma en que te hablé la última vez. Y por supuesto que no voy a mirarte y sonreírme de ese modo. Es más, si de hecho no puedo reprimir mis formas, simplemente me taparé el rostro con la mano y ya no verás mi boca ni mis ojos cuando te hable.

La próxima vez...prometo intentarlo.

Mi gran duda es si el intento servirá de algo.

Seguramente no...y mi último recurso será el de tapar mi cara: Te voy a ver espiando entre mis dedos, para que no veas mis ojos (ni mi sonrisa). Si llego a destaparme seguramente la próxima vez sea igual a la última.

Es que la última vez...tampoco intenté hacer lo que me dijiste que hice. Mientras lo hacía, en ello yo no pensaba...puesto que mis pensamientos sólo se centraban en todo lo que era tuyo y se erguía allí delante mío. Aunque te hagas la distraída yo sé que vos hiciste lo mismo que dijiste que yo hice.

Seguramente la próxima vez sea igual a la última.

Seguramente la próxima vez sea, entonces, la última vez.

Vos y yo volveremos a ser lo que fuimos la última vez, y ya cada intento de contenerlo será inútil. Apenas abra ese resquicio, entre mis dedos de la mano en mi cara, que me permita vislumbrar tu luz será.

Y te diré que ojalá nos veamos de nuevo. Pero no pienso tener la culpa de buscarte.

Tal vez.