Sea feliz, no un idiota!

Si está leyendo esto, no se encuentra perdido.

Intento distraerlo, mientras le ato los cordones de los mocasines.

lunes, 31 de octubre de 2011

Subtes y Zombis

Voy hacia el fuego como una mariposa y no rima que rime con vivir...

Mailén llegaba con remera punk de ¿bad religion?, muy grande pare ser de ella, muy chica como para que el chino, su dueño más probable. Estaba yo en Uruguay al 200, olvidándome de llevar la dirección exacta. La calle era tan horrible como ella me había jurado tantas veces. "Tenés que comprarte celular, avisé a Nico que llegaba tarde" me dijo. Subimos al departamento a esperar al resto de los chicos, que de a poco fueron llegando. El horario oficial era a las 2 pm. Como soy la última persona puntual del país (algo que detesto cada vez más) resulté ser el único que llegó a esa hora. Eran dos y veinte cuando llego Mai, y tres menos veinte cuando llegaron Nadia y Mariam. Recién a eso de las tres y cuarto llegó Nico, y casi a las cuatro, el chino.

...No se pare,

Se suponía que la caminata zombie empezaba a las tres, y yo único varón por un buen rato, observé a las mujeres en la extraña práctica del maquillaje. Mientras, busqué las gomitas que le había comprado a Nadia por su cumpleaños nunca festejado producto de su ruptura reciente con el anti (aunque en buena medida también se las había comprado justamente a causa de eso) Mailén aportó algunas más que tenía en el cajón del escritorio. Cuando esta altísima jugadora de basquet me dijo que se las dábamos por lástima le dije que sí sin ningún tipo de disimulo, pero le dí un abrazo, o mejor dicho estiré mucho los brazos, me puse en puntas de pie y ella se agachó. Con su pelo naranja, su metro ochenta y pico y su piel muy blanca, definitivamente era la más aterradora. A Mailén el pelo no se le despeinaba ni aunque lo intentase y Mariam tenía para si demasiada ternura como para imponer a alguien temor, pues le resultaba imposible contener la risa en cualquier situación. Yo quedé masomenos, justo me agarraron después que llegase Nico, que no quiso maquillarse, y el chino sólo los ojos.

No se mate,

Llegamos a las cinco menos diez, y los zombis recién se juntaban: había miles en paseo Lavalle. Caminamos muy lentamente entre la muchedumbre, gritando y aullando. Mariam de mi mano, Mai de la del chino. Las cuadras iban lentas, la espalda me dolía por la mochila y la cámara de fotos no estaba cargada y su batería se agotó muy rápidamente. Todo el tiempo nos perdíamos, pero siempre íbamos todos y nos juntabamos donde Nadia, distinguible desde casi cualquier lado.
En un momento la escuché hablando con Nico, medio alicaída por su separación por lo cual inmediatamente propuse un abrazo colectivo: la agarramos entre Nico, Mariam y yo, y detrás nuestro miraban Mai y el chino, que se habían quedado algo rezagados, a los que Na les reclamó que se sumen, y eso hicieron, desde luego. Nico entonces preguntó si sentía un poco mejor y ella asinitió.

Sólo es una forma más

Era curioso que Mariam y yo pudiésemos estar así delante de todos y besarnos sin demasiado prejuicio, sin demasiada lengua tampoco. Ya estábamos los zombis en el obelisco, adueñándonos de Buenos Aires. Ya eran las seis y pico pasadas y yo tenía (y quería más allá de estar contento de estar ahí) que ir a jugar al fútbol a Escobar. El chino, ante mi pedido de ayuda, me explicó como tomar un subte ante las burlas de Nico y las risas de Mariam, intercaladas con alguna indicación extra de Mai. Le di un pico a Mariam, con cierto dejo de culpa por no poder estar solos, y un beso al resto y me fui. Era tan sencillo como me habían dicho: subí en Tribunales y cerca de Plaza Italia también uno de esos que toca la guitarra. Llegando al estribillo me acordé de Nontué, de un mail que me había mandado hace como dos años en tiempos de crisis. Y por sobre todo a ella cantando esa canción, porque definitivamente su voz era mucho mejor que la del tipo. Nontué y unas de sus polleras Hipponas cantando contra la puerta del subte.

de demorarse.

Congreso de Tucumán. Le dí unas monedas en la gorra al tipo de la guitarra, salí al sol, pisé mierda y me subí al bondi rumbo a casa. El conductor me preguntó porque estaba pintado y le expliqué, se rió y me fui a sentar. Me dormí tarareando:

Voy hacia el fuego como una mariposa...

jueves, 27 de octubre de 2011

Mes, años

Esto es dulcemente injusto. Extraño resulta poder reconocer que lo es en mi favor.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Romanticismo a los golpes

Guardando luces en los ojos. Te llevo en mis bolsillos, te guardo en mi billetera. Te escribo en mi cuaderno. Te escucho en las canciones. Te deseo en los pasillos. Te imagino en mis olvidos.

Guardando pelusas en los ombligos. Te beso en los dedos. Te diagonalizo las matrices. Te leo en el monitor. Te veo donde no quiero. Te quiero cuando no te veo.

Soñando sueños imposibles. Vendiendo esperanzas y nostalgias: tres por un peso.

Besando besos divididos. Huelga de amores y otras cosas. Es que eso, el amor, no es algo pero es todo.

Escribiendo en mi blog, reescribiendo las coordenadas del sol.

Sol verde. Sol naranja. Shoppings y café. Cerveza y chocolate.

Matrices y conos. Todo es cuestión de momentos. Todo es cuestión de inercia.

Mecánica clásica y Coca-cola. Starbucks y romanticismo a los golpes.

Vivamos! (nosotros, también ellos dos, y los antinovios)

Nuestra lluvia no necesita paraguas.

sábado, 15 de octubre de 2011

Endorfinas

Golombek fue a dar una charla a la facu hace un par de meses. Contó que había empezado el gimnasio, que ellos (los biólogos como él) recomendaban hacer deporte porque liberaba endorfinas: sin embargo, no dudo en agregar inmediatamente que estaba muerto, y se arrepentía profundamente.
Dicen que reír también ayuda liberarlas. Y besar, y tener relaciones sexuales. En fin, casi cualquier cosa que nos haga bien las libera, aunque lo más certero tal vez sea decir que nos sentimos bien gracias a ellas y por eso vale la pena hacer ese tipo de cosas.
Curioso, en medio de etapas grises de mi vida, no hacia ninguna de las cosas mencionadas arriba. Un día arranqué yo también con el gimnasio, sigo yendo, y después de la sensación de cansancio y desfallecimiento muscular de los primeros días, pude comprobar que realmente me sentía más feliz después de cada día de ir. Un poco tonto la verdad, pero así de sencillo es todo.

Y pasan las plazas, los parques, las calles, los semáforos, los 107, los parciales, las guías, los susurros, los abrazos, los besos. Haciendo todo eso que nunca hacía, encuentrome cada vez más cerca de ese objetivo único y definitivo.

¿Y ahora qué? A la tarde gimnasio, a la noche con vos. Y después estudiar algo, y fútbol, y volver.

Ciclando las historias como mi Argentina, pisando los principios con finales.

viernes, 7 de octubre de 2011

Aprendiz

La verdad es que ya me cuesta mucho escribir: porque lo que sucedió en estas últimas semanas no es algo a lo que alguien como yo este acostumbrado. Y por eso es que aquel yo que escribió todo lo que aparece en este blog, no es mi yo de ahora, sino un yo que más bien me resulta ajeno, extraño, sólo conocido por esas cosas de memorias que parecen ya algo lejanas. A mí no me han enseñado, como a otros, a querer así como así, a conquistar territorios desconocidos. Aprendiendo de grande, viejo (pero a tiempo) domino este arte con la torpeza, pero, a su vez, con el entusiasmo de un principiante. Como el primer ser humano que levantó la cabeza y vio las estrellas, como el chico que patea por primera vez una pelota, me sorprendo al ver que todo esto no se trata del todo de aprender a conocer y querer al otro, sino también de hacerlo con uno mismo. Vos no sabías que yo era así y, francamente, yo tampoco. Y sí: somos patéticos, tímidos e ingenuos. Pero en una de esas (o estas) funciona.

Somos Cabildo y Monroe. Somos Plaza Serrano. Somos el Río de la Plata, con sus muelles y pescadores. Somos Ciudad (universitaria y la otra también).

Con un banquito nos alcanza.

domingo, 2 de octubre de 2011

Domingo a la mañana

Me quedo con tu sol.
Sol de mí.
Si mi vida,
siempre así.
Dos sin vos.
Vos sin yo.
Vos conmigo
y dos sin voz.

Con muchas incoherencias así se van transimitiendo mensajes hacia ningún lado. El tipo va contando nubes en su vaso, y recreando nostalgias en sus manos. Las abre y ve. Ve el campo de frambuesas, el alto pasto sin cortar del campito de al lado, los mechones desordenados de esa compañerita de la escuela que fue, y no sabe si todavía es porque hace mucho que de ella no oye nada. Mates y trucos con el abuelo. Abuelo, "eso es lo que soy ahora" piensa.

Nunca había escuchado la radio. Ahora la música de moda, con su sonido estúpido y repetitivo, lo acompañan para que no se sienta solo. Solo. Solo como se sintió en un Marzo, o tal vez, un Diciembre.

Mira por la ventana de su piecita: las calles tan sucias como siempre. Gentes que van y vienen, y dos besándose contra una pared, los únicos que se quedan quietos por un momento. De a poco el sol sale, los domingos a la mañana parecían ser capaces de reconocer su propia existencia. Como Pablito cuando se ve a sí mismo en una foto. ¿Jugaría Román hoy?

Busca las llaves, porque ya casi que siente un olor a panadería. Junta un par de pesos, es hora de emborracharse y desfallecer por unas facturas de dulce de leche. Se acuerda de las misas a las que nunca fue. Se ríe y vuelve a ser.

Cientos de carteles de publicidad que no leerá, incluyendo a los de los candidatos para la próxima elección, lo esperan en el camino.

Pensar, pensar y pensar. Daría él todo por dejar de pensar.

Terminó se salir el sol, su sol, y este le ilumina toda la cara arrugada.