Shhhh, my brain has exploded, so, from now on, we can't be together anymore. I need some poetry, I need some inspiration, I need a fuckin' illusion to survive. I won't say : "I will survive", cause I hate that song...what I really need is to find again my lost soul, the one that simply dances when I come around. A silly mistake is to stay alive, even stupider is to stay just standing. I wave you good bye, I wave you Hello, and I love You forever after.
Con la mira reducida y la espada torcida,
El Señor Mockus perdió la elección,
Seguro por culpa de su gracioso apellido,
y no por su rol opositor.
Pobre señor.
Hoy releí el principito, así tranquilo, en la ida y vuelta del viaje del 60. Una edición descascarada pero linda, del 1951 perteneciente a mi vieja, que no había nacido, aunque ese año nació mi viejo que el Sábado cumplió 59.
Ahora ya no tengo culpa por usar los dibujos uno y dos estampados en mi remera, bah, sigo teniendo, pero no mucha.
Sea como fuere, la vida es de lo más extraña y jamás podrá ser como el del muchacho de rizos dorados. No crecen muchas rosas de las ecuaciones diferenciales, y menos debajo de la rueda delantera de un 45 que a veces pasa por ahí. Pero claro, ese no es el punto.
La tan hablada domesticación (si nos vamos a poner a analizar el libro como unos boludos en lugar de meramente disfrutarlo, es el concepto que más me gusta) me tiene muy confundido: todos tenemos un objeto o un recuerdo que nos lleva a algo o alguien, pero a mí no me sale la risa estridente y jubilosa...siempre pierdo cuando lucho contra la nostalgia. Más confundido me tiene que una obra tan alabada, sea poco respetada en la práctica, aún por las personas más fantasiosas: es que soy demasiado ingenuo. Pero al fin de cuentas, todos terminan rifando el alma sin sentido, y no es fácil salir de esa monotonía: tarde o temprano todos se olvidan de pensar.
Creen que lo hacen, pero no, de hecho, dudo que haya alguien que piense en alguna de las cosas que yo pienso con tanta frecuencia.
Pero sería hipócrita cagar a pedos a la gente, pues soy el primero en sumergirse en banalidades.
Un código púrpura, naranja y verde. El asunto con las bestias domesticadas, es que ya no sirven ni de bestias ni de mascotas.
Con la mira reducida y la espada torcida,
El Señor Mockus perdió la elección,
Seguro por culpa de su gracioso apellido,
y no por su rol opositor.
Pobre señor.
Hoy releí el principito, así tranquilo, en la ida y vuelta del viaje del 60. Una edición descascarada pero linda, del 1951 perteneciente a mi vieja, que no había nacido, aunque ese año nació mi viejo que el Sábado cumplió 59.
Ahora ya no tengo culpa por usar los dibujos uno y dos estampados en mi remera, bah, sigo teniendo, pero no mucha.
Sea como fuere, la vida es de lo más extraña y jamás podrá ser como el del muchacho de rizos dorados. No crecen muchas rosas de las ecuaciones diferenciales, y menos debajo de la rueda delantera de un 45 que a veces pasa por ahí. Pero claro, ese no es el punto.
La tan hablada domesticación (si nos vamos a poner a analizar el libro como unos boludos en lugar de meramente disfrutarlo, es el concepto que más me gusta) me tiene muy confundido: todos tenemos un objeto o un recuerdo que nos lleva a algo o alguien, pero a mí no me sale la risa estridente y jubilosa...siempre pierdo cuando lucho contra la nostalgia. Más confundido me tiene que una obra tan alabada, sea poco respetada en la práctica, aún por las personas más fantasiosas: es que soy demasiado ingenuo. Pero al fin de cuentas, todos terminan rifando el alma sin sentido, y no es fácil salir de esa monotonía: tarde o temprano todos se olvidan de pensar.
Creen que lo hacen, pero no, de hecho, dudo que haya alguien que piense en alguna de las cosas que yo pienso con tanta frecuencia.
Pero sería hipócrita cagar a pedos a la gente, pues soy el primero en sumergirse en banalidades.
Un código púrpura, naranja y verde. El asunto con las bestias domesticadas, es que ya no sirven ni de bestias ni de mascotas.