Me gusta esa risa estúpida, florecida primaveralmente en medio de un intenso intercambio de ideas. Como una alegría pequeña que estalla en el vientre del que la escucha, hasta que, tal vez, brote de él también esa carcajada.
Sí, esas que se reproducen, cuyos ecos, a veces, resuenan en la nada.
Sí, esas que se reproducen, cuyos ecos, a veces, resuenan en la nada.
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