Te quiero tanto que a veces no sé donde empezás vos, y donde termina el resto del mundo.
Somos pichoncitos de ave fénix, y nuestra ave madre nos trae de comer hasta que seamos grandes. Sabemos que cuando eso suceda, ella se hará cenizas y seremos entonces nosotros sus protectores, y criadores, con gusanitos de colores colgando de nuestros picos.
Me da risa que le que tengas miedo a los otros pajaritos.
Tal vez me temas a mí o al espejo,
o a que aún volando el cielo esta muy lejos.
Todavía no sabemos si siempre existimos,
si antes fuimos viejos,
o si alguna vez fuimos un huevo.
Que importa. Tampoco sabemos si somos hermanos,
y mejor no serlo...
porque me asustaría quererte de esta manera.
Y claro, menos sé si vos me querías en la otra vida.
(O si yo)
Pero no somos filósofos,
sólo un poco poetas,
y sabemos,
que los desarrollos en serie,
serían más fáciles si Fourier se llamase Enriqueta.
Somos la envidia de las avestruces
(sin que ellas lo sepan).
No sé si calificar a nuestra vida "eterna" o si simplemente es una vida tras otra, interrumpida por una sucesión de muertes instantáneas.
En verdad no volamos todavía (de manera literal, de la otra siempre) entonces mi ala es sólo para cuidarte de esos bichos feos.
Esos que te dicen, que cuando ardas en llamas, ese fuego dolerá (mucho).
No osaré ver lo que hay detrás de tus plumas,
aunque siempre supe lo que habita debajo.
Ese corazón ingenuo, pero no tanto,
un pequeño cosmos de tontas travesuras.
Un poco de sol, pero más noches de insomnio,
con esos mensajes que van y vienen con las lechuzas.
Yo siempre estoy y sé muy bien que vos.
Sí, eso mismo que vos sabés bien que yo.
Porque nuestro Dios, no sabe, no contesta.
Sólo nos permite
(tal vez, no sea poco)
llenarnos la pancita de gusanos.
Y sal para condimentarlos. Linda manera de quemarse.
Somos pichoncitos de ave fénix, y nuestra ave madre nos trae de comer hasta que seamos grandes. Sabemos que cuando eso suceda, ella se hará cenizas y seremos entonces nosotros sus protectores, y criadores, con gusanitos de colores colgando de nuestros picos.
Me da risa que le que tengas miedo a los otros pajaritos.
Tal vez me temas a mí o al espejo,
o a que aún volando el cielo esta muy lejos.
Todavía no sabemos si siempre existimos,
si antes fuimos viejos,
o si alguna vez fuimos un huevo.
Que importa. Tampoco sabemos si somos hermanos,
y mejor no serlo...
porque me asustaría quererte de esta manera.
Y claro, menos sé si vos me querías en la otra vida.
(O si yo)
Pero no somos filósofos,
sólo un poco poetas,
y sabemos,
que los desarrollos en serie,
serían más fáciles si Fourier se llamase Enriqueta.
Somos la envidia de las avestruces
(sin que ellas lo sepan).
No sé si calificar a nuestra vida "eterna" o si simplemente es una vida tras otra, interrumpida por una sucesión de muertes instantáneas.
En verdad no volamos todavía (de manera literal, de la otra siempre) entonces mi ala es sólo para cuidarte de esos bichos feos.
Esos que te dicen, que cuando ardas en llamas, ese fuego dolerá (mucho).
No osaré ver lo que hay detrás de tus plumas,
aunque siempre supe lo que habita debajo.
Ese corazón ingenuo, pero no tanto,
un pequeño cosmos de tontas travesuras.
Un poco de sol, pero más noches de insomnio,
con esos mensajes que van y vienen con las lechuzas.
Yo siempre estoy y sé muy bien que vos.
Sí, eso mismo que vos sabés bien que yo.
Porque nuestro Dios, no sabe, no contesta.
Sólo nos permite
(tal vez, no sea poco)
llenarnos la pancita de gusanos.
Y sal para condimentarlos. Linda manera de quemarse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario