Sea feliz, no un idiota!

Si está leyendo esto, no se encuentra perdido.

Intento distraerlo, mientras le ato los cordones de los mocasines.

viernes, 28 de agosto de 2009

Conclusiones de madrugada

Me puse a pensar un rato, y me di cuenta que soy un planeta que gira alrededor de un sistema estelar binario. Dos estrellas, sí. Sin ellas no podría no habría vida en mí: sin la estrella más grande no existiría la más chiquita, unida a la otra por un canal de luz. Yo admiro sobre todo a la más grande, la aceleración gravitatoria que ella produce sobre mí es la que me hace orbitar, pero la verdad es que también me fascina la desprolija belleza de la más chiquita, le aporta un tono violáceo a mi superficie, un tono de hermosura propio de un sueño, y por eso es que dependo de ambas.
Ningún satélite gira a mi alrededor, aunque últimamente me vienen chocando varios asteroides y cometas, y casi no se ven otras estrellas en mi cielo, ya que el mismo suele estar nublado. Pero cuando esto no sucede, la vista de mis habitantes es tan profunda, que pueden ver a simple vista no sólo otras estrellas, sino también galaxias vecinas y algunos de sus otros planetas, girando alrededor de alguna(s) estrella(s) en alguna órbita lejana, en algún delirio febril de un navegante en los mares de mí mismo...o en los tuyos.

Historias

Algunos rastros quedan en el pasado...algunas historias que podrían ser dignas de contarse, o simplemente, de relatar, deformándolas a gusto del narrador. Esta es una de ellas:

Resulta que, mi abuela, o para mí, la oma, tenía en su natal Francia un novio francés a principios de los años 40. Sin embargo, guerra mundial e invasión hitleriana mediante, los jóvenes de esa nación debieron unirse al ejército nazi, y, entre otras cosas, ir a batallar en una misión prácticamente suicida a Stalingrado (San Petesburgo hoy). Había pasado un tiempo, y el novio de mi abuela, no había regresado.
Las mujeres no tenían muchas opciones: mi antepasada tuvo que, como buena parte del resto de ellas, ser una improvisada enfermera que atendiera a la enorme cantidad de enfermos y heridos que había en los hospitales. Mi abuelo la conoció en una visita a un amigo. Según cuenta la leyenda, él, 18 años mayor que ella, tuvo que hostigarla bastante tiempo, hasta que finalmente consiguió entablar una relación. Lorenzo, sí, así se llamaba este hombre que hoy tendría 103 añitos, trabajaba obligadamente reparando aviones para el ejercito del noble señor Adolfito. Esto fue así hasta que se escaparon a la siempre convenientemente neutral Suiza, donde tuvieron asilo un año, o algo así, hasta que no les quedó otra que venirse a tierras escobarenses (a los desertores del ejército los indultarían 20 y pico de años mas adelante).
Llegaron los años 60, y los Hofele ya tenían 4 hijos varones adolescentes, cuando una carta proveniente de Francia de parte del novio francés que mi abuela, la oma, tenía a principios de los 40 en ese país, contando que finalmente había conseguido volver de Rusia, y había buscado a mi abuela, lógicamente, sin éxito. Se había casado, y tenía 5 hijos. Con la carta, había una foto de su familia.

Perdónenme por pensar así, pero la verdad es que, aunque sea muy egoísta, estoy un poquito agradecido de este desencuentro amoroso. Un poquito.

martes, 25 de agosto de 2009

Reflexiones sentimentales

Un te quiero, Un te amo, Un te extraño. Y yo me pregunto con cual de todos ellos me quedo. Los amores son demasiados complejos y dulces como para entenderlos bien. Son un fla (flash para el resto de los mortales), como diría un tipo que conozco. Y otras veces duelen por ser tan simples y sencillos: compartir un mate lavado, una canción sin estribillo, y gotas de lluvia floreada por la ventana. y entonces, ¿que diferencia hay entre el amor y el quiero? A veces se puede querer a distancia, casi telepáticamente, y el te extraño entra en juego, como un dado redondo desubicado, que sólo esta ahí para complicarnos las cosas un poco más, y yo ya no sé si sé la diferencia entre amar y querer, porque te extraño, y con esas palabras me quedo. Porque lo cierto es que al extrañar no sólo se dice te quiero, sino que también te necesito acá, cerca mío, porque quiero verte, no sólo te quiero cuando no estás, me gusta necesitarte.
Y claro, ya cuando nos morimos de extrañar, nos empezamos a ver, y te amo, y después los gatos viven en jardines de agua llenos de peces para que se los vayan comiendo. Se comen nuestras almas, y los restos de peces que quedan se inflan en forma de recuerdo. Y ya te extraño de nuevo...

lunes, 24 de agosto de 2009

Carta de presentación

Estoy acá haciendo esto que debería haber hecho hace mucho: escribir.
Ya tengo un par de cosas que hice estos meses, y seguramente los proximos días voy a ir subiendo las que me gusten o quiera compartir. Espero que lo disfruten, y me insulten de vez en cuando, si ha de ser necesario. Así como también, espero que sepan aceptar mis burradas ortográficas: lo importante es el mensaje.