Mi corazón es el forzante mi alma, oscila cada vez con más amplitud: nunca nada lo detendrá.
Sagan se resfría un Viernes, y el Lunes cae una uruguaya. Él se recupera, en un intercambio de narices rosadas.
La semana pasada él amenazó, con devorarle a la uru precisamente sus cuencas nasales, y yo veo ahora un hueco donde solía estar, lleno de mocos y de sangre. Hasta que volví a mirar, y la vi con un pañuelo y su cuerno humano aún estaba.
Hay otras niñas, en otros lares, buscando príncipes azules, que pasados por lavarropas, tienen ese color bastante muy mucho irreconocible. Le quedan de reemplazo los reyes sin corona, esos que se tiran con desdén y porque sí, en una mano de truco que sabemos bien es mentira.
Y yo en una clase de electro, o en mi casa, o en el 60, o en la mente de alguien más, probablemente un recuerdo de mí mismo.
Muero de sueño, y luego existo.
Uruguaya, no te mueras: estás muy congestionada. Yo duermo, él o tu compañera de mates te cuidarán.
Sea feliz, no un idiota!
Si está leyendo esto, no se encuentra perdido.
Intento distraerlo, mientras le ato los cordones de los mocasines.
Intento distraerlo, mientras le ato los cordones de los mocasines.
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