Yo no llegué: ella fue mucho más hábil, e interceptó el panadero con su mano derecha. En una tarde de verano en la que hacía un calor que ni te cuento, yo no tuve otra que envidiarlo tanto.
Eran para ella, sus 39 solsticios.
Sea feliz, no un idiota!
Si está leyendo esto, no se encuentra perdido.
Intento distraerlo, mientras le ato los cordones de los mocasines.
Intento distraerlo, mientras le ato los cordones de los mocasines.
martes, 24 de agosto de 2010
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