Sea feliz, no un idiota!

Si está leyendo esto, no se encuentra perdido.

Intento distraerlo, mientras le ato los cordones de los mocasines.

jueves, 14 de julio de 2011

Apuntes

Con toda esa puta pureza de amor cotidiano que tenían esos dos, no dejaban nada para el resto, y en el medio de los océanos quedaban los párpados, la espuma, y los sobrecitos de edulcorante que nunca nadie iba a usar.

En alguna parte de la panamericana quedaba la selva, sin taparrabos los monos pelaban bananas y derretían argumentos triturando la capa de ozono. Y entonces, ya el norte de la provincia quedaba muy lejos, y en Buenos Aires capital, al borde del río, ellos dos, tomando en telgopor, rompiendo toda la porcelana.

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