Papeles de caramelos fluyendo de aquí hasta allá. Desde mi techo hasta tu cielo, sumergiéndose y flotando hasta rebosar tu cuarto, y en ese plástico pegajoso es que las cosas caen...
Y tu boca mastica y los enamorados se besan y las ellas se reencuentran como siempre, como nunca un amor, de sol, de mí, de vos.
Las cosas se tocan, vidas se marcan, la otras se olvidan.
Alabados los muertos que hacen nevar en Buenos Aires.
En un mar de Sugus se funde aún más azúcar.
Y sí, porque no? Porque no regalarse como ellos, un nuevo tal vez?
El problema no es el ferne, el problema es la necesidad.
ResponderEliminarNo obstante, anoche me tome 5. Y la vida me parecio mucho mucho mucho menos mierda.
Adios, hombre de los colores.