Llegamos con ella a conocernos lo suficiente como para no tener nada que decir.
Y sí, mi amigo tiene arrebatos de sencillez y humanidad, y repitió una frase con la que no siempre coincido, pero era perfectamente cierta en estos momentos: "las acciones importan más que las palabras".
Y yo, entonces, incapacitado quedé para intentar expresar mis sensaciones al verte, respirarte, por todos lados. Amor, nada. Amistad, nada. Cariño, nada.
Vos, nada. Yo, nada.
Arranquen mi cerebro, examinen mi cuerpo, hagan todo lo que puedan y más si quieren comprender mi estúpida sonrisa, cursi sonrisa, impregnada en toda la locura de los sueños, de los soles, de las vidas, de las muertes.
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