Sea feliz, no un idiota!

Si está leyendo esto, no se encuentra perdido.

Intento distraerlo, mientras le ato los cordones de los mocasines.

martes, 2 de agosto de 2011

Batido

Estornudás, y buscás un pañuelo de papel con tu mano. Te sonás, y al agachar un poco la cabeza, al hacerlo, se te suelta un mechón de pelo. Instintivamente, utilizás tu mano libre, la izquierda, para situarlo nuevamente detrás de tu oreja. La vista nunca deja la hoja. Retomás la lapicera, y seguís con el ejercicio. De vez en cuando, te frenás, pensando un poco, dudando, y la apoyás sobre tu labio inferior, hasta llegar a una respuesta y continuar con el proceso. Eventualmente, le echás un ojo al libro que esta abierto en alguna página relacionada con el tema. Un café, dos. Tres pañuelos, cuatro.

El ciclo se repite un número entero de veces, todas las veces que vos quieras y/o necesites. Te admiro tanto que no sé que decirte. Sos un estudiante más de exactas. Pero no sos una más.

Te das cuenta que te miro y me mirás, y yo me alejo, vuelvo a lo mío y dejás de mirarme, y yo vuelvo a enfocarte, y así.

Te quiero no son las palabras que busco. Te quiero no es lo que siento. Somos brutos, pues no tenemos todavía forma de aproximar, ni siquiera por Taylor, con palabras y textos racionales abstractos que tiendan a emociones animales.

Sólo te miro y quedo totalmente envuelto en tu frecuencia, en tu rutina, en tu retina, en tu ciclo de estudio, arrasado en un terrible batido.

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