Las verdades te incomodan, más o menos, casi siempre. Te ves, te mirás de vez en cuando, en pequeños instantes, como si fueses un tercero, y ya no te reconoces. No necesitás reflejo alguno para poder ver tus propios gestos, tu cara, tus ojos, tu pelo, y un trozo de tu alma.
Te vas a la mierda, y cuando volvés acompañado de 23 o 24 mariposas turquesas que te dejan como un idiota, comprendes que sí, que al fin de cuentas, ése eras vos, aunque no te guste demasiado.
Se te pega todo en todas partes y no lo podés sacar. Se te quedan los ojos, los recuerdos, los almuerzos, los partidos de fulbacho, y el bisiesto que nunca fue. Agarrás una espátula, una distracción, un olvido, para volver a ser vos, o dejar de ser el que vos eras, para poder ser tu nuevo vos. Pero se te pega también la espátula, y los olvidos. Entonces, entre tanta confusión, no se distinguen los sueños de la realidad, los recuerdos no son lo que eran y capaz pensás de golpe: "Tal vez, no éramos tan amigos".
Pero te soñé de vuelta y se va todo al carajo, me veo rodeado de larvas que no quieren volar. No tienen la valentía de crecer y mostrar toda su tonta hermosura. Y ya no me encuentro, y ahora no me alcanza el espejo, porque me fui a la mierda, y entonces estoy tan lejos. Porque me vine tan cerca que soy sólo sueños y recuerdos. Porque ya no sé como llegué acá, ni dónde estoy, ni como fui, ni como me conocí.
En Argentina siempre se respira un aire raro, de demagogia peronista. Yo quiero apagar la luz, hoy al menos un rato. Porque pienso y pienso, y me quedan letras nada más, sin demasiado significado.
Y para colmo de males, uno en el fondo sabe que la vida es, tal vez, lo único que amerita ser calificado de de "milagroso" y por eso le da y le da para adelante.
Si fuese una porquería, claro está, irme para no volver, sería muy fácil.
Te vas a la mierda, y cuando volvés acompañado de 23 o 24 mariposas turquesas que te dejan como un idiota, comprendes que sí, que al fin de cuentas, ése eras vos, aunque no te guste demasiado.
Se te pega todo en todas partes y no lo podés sacar. Se te quedan los ojos, los recuerdos, los almuerzos, los partidos de fulbacho, y el bisiesto que nunca fue. Agarrás una espátula, una distracción, un olvido, para volver a ser vos, o dejar de ser el que vos eras, para poder ser tu nuevo vos. Pero se te pega también la espátula, y los olvidos. Entonces, entre tanta confusión, no se distinguen los sueños de la realidad, los recuerdos no son lo que eran y capaz pensás de golpe: "Tal vez, no éramos tan amigos".
Pero te soñé de vuelta y se va todo al carajo, me veo rodeado de larvas que no quieren volar. No tienen la valentía de crecer y mostrar toda su tonta hermosura. Y ya no me encuentro, y ahora no me alcanza el espejo, porque me fui a la mierda, y entonces estoy tan lejos. Porque me vine tan cerca que soy sólo sueños y recuerdos. Porque ya no sé como llegué acá, ni dónde estoy, ni como fui, ni como me conocí.
En Argentina siempre se respira un aire raro, de demagogia peronista. Yo quiero apagar la luz, hoy al menos un rato. Porque pienso y pienso, y me quedan letras nada más, sin demasiado significado.
Y para colmo de males, uno en el fondo sabe que la vida es, tal vez, lo único que amerita ser calificado de de "milagroso" y por eso le da y le da para adelante.
Si fuese una porquería, claro está, irme para no volver, sería muy fácil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario