Sea feliz, no un idiota!

Si está leyendo esto, no se encuentra perdido.

Intento distraerlo, mientras le ato los cordones de los mocasines.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Idas

La chica lleva siempre las mismas zapatillas. Les hace un doble nudo, como le dijo su papá cuando le enseño a atarse. Come gomitas de eucaliptus en el colectivo: las mastica repetitiva y mecanicamente, una adicción que nunca admitió. En el atardecer la luz le da de canto, y los ojos marrones se llenan de verde. Cuando se termina el paquete se encuentra ya cercana al lugar donde queda la parada, así que se arrastra torpemente hasta la puerta delantera (sale siempre por allí porque le gusta saludar al chofer) y desciende de un pequeño salto hasta el piso, tirando el envoltorio, vacío salvo por algunos granos de azúcar que habían quedado sueltos, al tacho más cercano. Pasa por ahí un muchacho, hacen como si nada, pero se toman de la mano (la izquierda de ella; la derecha de él) y se pierden de mi vista entre un montón de gente, mientras el bondi toma el camino equivocado.

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