¿Te acordás de mí? Yo era el que estaba en tu nuca, sacándote fideos con tuco de tu pelo. Era el que nadaba en tus océanos cuando no eran nada.
Yo me acuerdo de vos: corrías con la zapatilla izquierda desatada, y los cordones se mojaban en los bordes de la calle, debajo del otro cordón, el de la calle misma, donde el agua sucia se acumulaba, tan sucia que tus dedos a las zapas así dejaban. Te rascabas los ojos de tanto no dormir, por quedarte hablando horas y horas con pulgas y garrapatas, esas que quedaban en el ropero que nunca limpiabas para que hubiese pulgas y garrapatas, y pudieses hablar con ellas.
Tenías una garrafita de gas, siempre vacía por tu pereza de no ir a buscar otra, y entonces te calentabas con una caja de fósforos: eras feliz mientras encendidos estaban y morías cuando se apagaban. Claro que tu infinita tristeza llegaba cuando la caja quedaba inhabitada: llorabas y llorabas por la masacre de cabecitas rojas que habías hecho.
Suspirabas, mirando el póster del chico héroe de ensueño de tu adolescencia plasmado en las cavernas de luz de sinapsis.
Sonreías, cada vez que cocinabas, para tu perro y vos, y él, tu perro, ladraba tan bien.
Amabas, cada vez que querías querer amar a quién fuere, lo ponías a ese quién fuere en una chinche en tu pared de corcho y volvías a llorar.
Vivías (yo me acuerdo) en un hueco en agujero, siempre delante de mí. Tal vez por eso no te acuerdes querida...que yo te quería antes del fin.
Yo me acuerdo de vos: corrías con la zapatilla izquierda desatada, y los cordones se mojaban en los bordes de la calle, debajo del otro cordón, el de la calle misma, donde el agua sucia se acumulaba, tan sucia que tus dedos a las zapas así dejaban. Te rascabas los ojos de tanto no dormir, por quedarte hablando horas y horas con pulgas y garrapatas, esas que quedaban en el ropero que nunca limpiabas para que hubiese pulgas y garrapatas, y pudieses hablar con ellas.
Tenías una garrafita de gas, siempre vacía por tu pereza de no ir a buscar otra, y entonces te calentabas con una caja de fósforos: eras feliz mientras encendidos estaban y morías cuando se apagaban. Claro que tu infinita tristeza llegaba cuando la caja quedaba inhabitada: llorabas y llorabas por la masacre de cabecitas rojas que habías hecho.
Suspirabas, mirando el póster del chico héroe de ensueño de tu adolescencia plasmado en las cavernas de luz de sinapsis.
Sonreías, cada vez que cocinabas, para tu perro y vos, y él, tu perro, ladraba tan bien.
Amabas, cada vez que querías querer amar a quién fuere, lo ponías a ese quién fuere en una chinche en tu pared de corcho y volvías a llorar.
Vivías (yo me acuerdo) en un hueco en agujero, siempre delante de mí. Tal vez por eso no te acuerdes querida...que yo te quería antes del fin.
justo, JUSTO hoy me bañé :D
ResponderEliminary estoy feliz con mi pelo mojado y limpito y con olorcito a chocolate y canela (sí, shampoo raro)
jajajajajaja estoy loca ya sé.
saludos!
non!*
aayy , qué me hago!!
ResponderEliminarshampoo? a lo sumo shampú... o champú! yampú... jajaja
chau