Sea feliz, no un idiota!

Si está leyendo esto, no se encuentra perdido.

Intento distraerlo, mientras le ato los cordones de los mocasines.

miércoles, 14 de abril de 2010

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Un limón podrido cae en el vaso. Le tiramos un poco de agua y sigue un par de días así, hasta que de a sorbitos se ingiere todo, y esos maravillosos cultivos son los dueños de mi alma. Las semillas de ese fruto se quedan estancadas y los nuevos limoneros que brotan coagulan mi sangre. Mi sangre. Y mientras crece, ramas brotan fuera de mi cuerpo y no puedo recoger los nuevos limones que de mí van cayendo. Estos, sin embargo, parecen no tener herencia en sus corazones, y se van muriendo sin gracia. Mis arbolitos son pues, creadoras de vidas inútiles, o de muertes. Ni siquiera parecen tener jugo mis gajos.

Ya me llenó de ácido. Y cansa bastante.

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