Sea feliz, no un idiota!

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Intento distraerlo, mientras le ato los cordones de los mocasines.

domingo, 14 de febrero de 2010

Poesía (sacada de un mercado de pulgas)

La chica se agacha,
hasta quedar de rodillas,
su mirada también baja,
sus ojos brillan.

Quería ella escribir, así como ahora,
Un compendio de rimas baratas,
llenar un trillón de hojas.

Ya lloraba y reía
con esta muy simple poesía
(que para que rime no le dice poema)

Una que empezó muy triste, pensando en sus penas de amor
Y que en una horripilante algarabía le quito el dolor.
Que seguía con rimas tan fáciles como esta, y la anterior.

Latía a lo bruto, su maltratado corazón
mientras los labios se mordían en un último adiós.

Caligrafía perfecta, perfectamente manchada
por el remedio de sus cuencas (y su garganta)
explicaba vehemente las razones de su alma.

Su cabello no responde ya a los estereotipos de belleza,
pero se ve hermoso, enredado en sus venas.

No termina nunca,
Pues está condenada,
dado que es infinita,
la poesía de su alma.

Yo la veo lejos,
(en mi imaginación)
no se que hace chica,
Que se metió en este varón.

Si yo me muero,
¿a dónde irá ella?
A jugar en el espíritu,
del próximo que escriba.

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