Querer es gratis, y terrible. El temor, inconsciente, y no tanto, a la falta de reciprocidad, agota neuronas y buenas intenciones. La inseguridad es lo peor que puede poseer cualquiera que desee ser querido.
Morir es gratis, y hermoso. Matarse por el otro, inconscientemente, sin importar que más quede, sin importar que sea lo que pueda llegar.
Querer a escondidas consume de inseguridad. Cuando te encuentran el sentimiento, es peor que un golpe de estado al alma, y queda acéfalo el gobierno de los pensamientos.
No sé muy bien sobre qué escribo, ni a quienes. No sé muy bien a que me abrazo. No se si hablo de amor, o de obsesiones. Si de sueños, o de paranoias.
Lo cíclico perfora rutinas y esperanzas. No poder romper los cristales hacen que se venga todo como una abrumadora burbuja que nunca podrá ser pinchada, pero que siempre transparente será.
Los otros seres humanos, me causan admiración, miedo, asco, envidia, celos, y a veces indiferencia.
Quisiera poder nadar en tus océanos y que sirviese de algo. Pero en todo esto del sentir, si algo he aprendido, es que es mucho mejor apelar a la diplomacia, y jamás ser un sincericida. El fin de todo sucede al confesar las intenciones.
Podría decir que la(s)/lo(s) quiero, pero no sé ya para qué sirve, o que significa.
Simplemente, insisto y repito una y otra vez, lo importante es disfrutar.
Morir es gratis, y hermoso. Matarse por el otro, inconscientemente, sin importar que más quede, sin importar que sea lo que pueda llegar.
Querer a escondidas consume de inseguridad. Cuando te encuentran el sentimiento, es peor que un golpe de estado al alma, y queda acéfalo el gobierno de los pensamientos.
No sé muy bien sobre qué escribo, ni a quienes. No sé muy bien a que me abrazo. No se si hablo de amor, o de obsesiones. Si de sueños, o de paranoias.
Lo cíclico perfora rutinas y esperanzas. No poder romper los cristales hacen que se venga todo como una abrumadora burbuja que nunca podrá ser pinchada, pero que siempre transparente será.
Los otros seres humanos, me causan admiración, miedo, asco, envidia, celos, y a veces indiferencia.
Quisiera poder nadar en tus océanos y que sirviese de algo. Pero en todo esto del sentir, si algo he aprendido, es que es mucho mejor apelar a la diplomacia, y jamás ser un sincericida. El fin de todo sucede al confesar las intenciones.
Podría decir que la(s)/lo(s) quiero, pero no sé ya para qué sirve, o que significa.
Simplemente, insisto y repito una y otra vez, lo importante es disfrutar.
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