Sea feliz, no un idiota!

Si está leyendo esto, no se encuentra perdido.

Intento distraerlo, mientras le ato los cordones de los mocasines.

miércoles, 27 de enero de 2010

Solicitud para reír

La púrpura belleza de los que quieren, invade mis fronteras con un poco de asquito cursi, y sin embargo, también con la ternura que trae acarreada. Es casi, casi, como una gran cucharada de dulce de leche, que uno no sabe bien si saborear o escupir antes de empalagarse.
Si además los que quieren tienen ojos, la invasión es más cruenta con su mirada. Si uno se le ocurre mirar a esos ojos, ya no habrá nada que hacer. Las defensas se intentan escapar en una retirada descontrolada y cada minisoldado se va muriendo en la batalla, y el dulce de leche se cuela todo junto por la garganta. Aunque entierres un par de dedos no existirá vómito que te salga de la panza. Tu sistema se ve entonces derrocado al mejor estilo de las revoluciones, y puta madre, te tiran unos ganchos de cada una de las comisuras de la boca que dejará ver a los dientes putrefactos generando una sonrisa.
A uno le gustaría a veces cocinar dulce de leche casero, para no ir a comprarlo y después endulzarse sorprendido. O, en una de esas, tener sus propias tropas alertas (no así de dormidas) y atentas para ser uno el déspota invasor. Es esa envidia a los que quieren tan fácil, a los que gobiernan el universo con sus crueles artilugios de cariño. Querer querer. Yo ya no deseo tener extranjeros gobernando mis inspiraciones. Matemos a los ganchos, y sonreiré cuando se me cante.

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