Las cosas están que chorrean. Y se desbordan: (algo así como una olla hirviendo tapada sin resquicio para que salga el vapor). Las dudas se multiplican. Esta, mi mente, es un dulce y trágico infierno opaco. Cromático, pero opaco. Ese líquido derramado a veces viaja en la frente y en el pecho, en medio del enésimo pique sagrado en busca de la esfera del placernopensado. Otras por pupilas que se nublan para no ver la realidad. Más raro aún, en el torso del último héroe temporal argentino. Y, la mayoría de las veces, en los jardines del alma, donde a veces sirve de riego, y otras de inundación, dejando paso a la brutal tormenta.
No va más, che. Álgebra se parece poco a la felicidad. Y paradójico es que, los ojos que se pierden en la Tormenta-Infierno sean el único camino de liberación posible. Es que por ahí se escapa el fluido que sobra. Y ese arroyito va corriendo con caudal escaso hasta secarse en el infinito. Hasta sentir la sal en las mejillas. Y el amargor de un fernet. O de un mate. Y un dejo de dulzura que le queda a un país de fantasía pura. Y es ahí donde va todo (fuera de mí, claro): Una frase en francés
No va más, che. Álgebra se parece poco a la felicidad. Y paradójico es que, los ojos que se pierden en la Tormenta-Infierno sean el único camino de liberación posible. Es que por ahí se escapa el fluido que sobra. Y ese arroyito va corriendo con caudal escaso hasta secarse en el infinito. Hasta sentir la sal en las mejillas. Y el amargor de un fernet. O de un mate. Y un dejo de dulzura que le queda a un país de fantasía pura. Y es ahí donde va todo (fuera de mí, claro): Una frase en francés
(Esta entrada, que pintaba linda, se vio interrumpida por sucesos delictivos contra un familiar cercano, no es chiste, ni mucho menos. Sepan disculpar.)
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