Mi primera muerte fue alrededor de los seis años. La segunda tal vez a los diecisiete. Aguardo por la tercera que tal vez sucedió hace no mucho.
Pero entre la segunda y la tercera quedaron dos bocas y un cd rayado. Con el merengue callejero que devoré en la esquina quedaron los sueños de sol y de basura, y una de las bocas calló.
Los fluidos corporales siempre secos y las lunas de Júpiter siempre rebeldes: tanto, que no saben cuando las miro.
Es difícil distinguir entre los estados de latencia, y cuando soy, o no soy, dado que en realidad, a pesar de mis muertes, sigo vivo.
La boca que habla siempre, no dice mucho, y la que estaba cerrada y en verdad algo aporta no suele difundir sus ideas.
Escobar queda muy lejos, y ciudad me cabe en mi mano. Los fanáticos no se han enterado que su vacío líder se ha ido, y su cáscara se pudre lentamente.
La música me suena a insomnios y gentes. Los labios ya no son bocas, porque ahora besan, y te quiero de manera tan natural que es inconsciente. Y es natural, porque ya no hace falta pensar los porqué, ni las razones. Porque es tan obvio todo como la redondez de la tierra, o de tus ojos, o al menos, como todo eso que creemos que es real y tal vez no lo sea. Pero aún así, es lo más certero que puede ser un sentimiento.
Un plástico esquiva tu mirada.
Una luz ultravioleta, un guiño imaginario.
Escobar se acerca, y es tan feo; y tan hermoso. Tan normal; y tan mundano.
Tus teteras están llenas de plasma. Dame mate de estrellas.
O toda tu vía láctea.
Y yo muero.
Pero entre la segunda y la tercera quedaron dos bocas y un cd rayado. Con el merengue callejero que devoré en la esquina quedaron los sueños de sol y de basura, y una de las bocas calló.
Los fluidos corporales siempre secos y las lunas de Júpiter siempre rebeldes: tanto, que no saben cuando las miro.
Es difícil distinguir entre los estados de latencia, y cuando soy, o no soy, dado que en realidad, a pesar de mis muertes, sigo vivo.
La boca que habla siempre, no dice mucho, y la que estaba cerrada y en verdad algo aporta no suele difundir sus ideas.
Escobar queda muy lejos, y ciudad me cabe en mi mano. Los fanáticos no se han enterado que su vacío líder se ha ido, y su cáscara se pudre lentamente.
La música me suena a insomnios y gentes. Los labios ya no son bocas, porque ahora besan, y te quiero de manera tan natural que es inconsciente. Y es natural, porque ya no hace falta pensar los porqué, ni las razones. Porque es tan obvio todo como la redondez de la tierra, o de tus ojos, o al menos, como todo eso que creemos que es real y tal vez no lo sea. Pero aún así, es lo más certero que puede ser un sentimiento.
Un plástico esquiva tu mirada.
Una luz ultravioleta, un guiño imaginario.
Escobar se acerca, y es tan feo; y tan hermoso. Tan normal; y tan mundano.
Tus teteras están llenas de plasma. Dame mate de estrellas.
O toda tu vía láctea.
Y yo muero.
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