Tenía ojos azules y un cigarrillo,
Varios dedos y un sueño postizo.
Una luna café, labios sin brillo.
Marrón es el barro de sus zapatos.
Roja la ceniza.
La saliva cuelga de un perro amarillo,
que no tiene porvenir, y se derrumba en el piso.
Mujerojosazules acariciaba al perro.
Caminan los soles naranjas,
por avenidas de flores blancas.
Caen los granos de café
(pues se deshace la luna)
y quedan en el verde,
con olas y burbujas.
Se cuentan lunares,
se roban pestañas,
se venden huesos,
con telas de araña.
Corren las noches, los soles de frío,
aulla el perro, se cierran los ojos.
Hay dos sueños, y un color en el piso.
Hay tres nubes y un mosquito dormido.
Hay mujeres, y pelotas de fútbol.
Hay una piñata, y un revólver sin balas.
Hay pájaros, y correcaminos.
Hay jardines, y cebolla morada.
Hay una mujer de ojos azules, acariciando un perro, fumando un cigarrillo. Lo tira, y también a los sueños, y a los soles, junto con las lunas, todas al suelo.
No hay más mimos para el perro amarillo. No hay colores, o tal vez el mar sea negro.
Querida, se nos acabó el café.
Sea feliz, no un idiota!
Si está leyendo esto, no se encuentra perdido.
Intento distraerlo, mientras le ato los cordones de los mocasines.
Intento distraerlo, mientras le ato los cordones de los mocasines.
jueves, 3 de febrero de 2011
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seguro que era rubio, no amarillo el perro.
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