Sea feliz, no un idiota!

Si está leyendo esto, no se encuentra perdido.

Intento distraerlo, mientras le ato los cordones de los mocasines.

miércoles, 5 de enero de 2011

Nuestra última cena

El demonio salta y se sienta sobre la mesa,
robando bananas de la frutera:
las pela, las tira al piso, y las aplasta,
sólo por maldad.

Su gato maulla por comer los cadáveres que restan,
esos que quedan cuando el demonio se va.

Los dolores que a todos aquejan,
ese murmullo de falsa paz,
esa invitación a un laberinto cerrado,
y muy, muy alto.

La mesa de la cocina,
tiene ananás pero no bananas,
el fruto del Ecuador dejó un frío maldito.
En las gargantas secas de los dioses
(que otrora reían)
yacen los sueños de los hombres.

Me dibujó a mí,
con un lápiz de mentira,
la viuda negra de los colores,
y me dejó en un boceto sin nombre.

Muerto el rey,
coronas de astillas,
sus fieles se vengan con el enemigo equivocado.

Camino de clavos,
que todos pisamos,
y el demonio nos va tendiendo la mano.

Toma el gato la sangre putrefacta,
se derrite el último arco iris,
y los infantes sólo beben licuado de banana.

No hay agua,
pero tampoco hay sed,
pues todos quieren irse con ganas de.

Los gatos son leones,
los leones son gatos,
el demonio es humano,
el humano es demonio.

Frutas secas en la mesa,
nuestros vidrios no reflejan ni refractan.

No hay ojos en tu mirada,
ya no nos queda nada.

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