Sea feliz, no un idiota!

Si está leyendo esto, no se encuentra perdido.

Intento distraerlo, mientras le ato los cordones de los mocasines.
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viernes, 14 de septiembre de 2012

De flacos y pizzas

Me acordé del flaco. Me acuerdo que cuando murió estaba con Mariana en una pizzería de Buenos Aires. Una de esas pizzerías viejas y clásicas a las que yo nunca había ido antes, y no recuerdo si volví a ir. Por acordarme del flaco, me acordé de la pizzería y de marianita, es curioso como funciona eso (la memoria). Ya que me acuerdo de Mariam, recuerdo que me dijo justo eso el miércoles de la semana pasada en un café enfrente del cine ese (que está sobre no se que calle paralela a cabildo, cerca de juramento), que la memoria funciona por asociación. Y gracias a eso, me acuerdo de la pizzería esa al escuchar Artaud, porque lo relaciono con el flaco. Y me acuerdo que nos quedamos solos, que estaba por cerrar y ya estábamos solos los dos. Que al pagar, el mozo nos regaló licor de dulce de leche, un gesto generoso y extraño. Y que después nos fuimos por ahí, hacia no se que rincón. Me acordé del flaco por escuchar Artaud, me acordé de la pizzería. Es que no todos los días se comen napolitanas a la Spinetta. Como hoy, como aquella noche.

martes, 7 de febrero de 2012

Entre chinos y mailenes

Morir, como mueren los suicidas, morir debajo de un tren, qué triste, no? Morir queriendo(te) al lado de una pileta sucia. Morir de novio, tirarse bajo el tren.

Pique sublime, yo siempre supe que mi capacidad de correr rápido me sería útil. Es que el chevallier se nos iba y el chino sugirió que lo corriéramos, que paraba en la otra cuadra. Y claro, llegué antes, ya es verano y tengo mis ojotas, pero corro mucho más rápido que vos. Entonces, cuando llego, le digo al chofer que espere a mi novia, que quedó detrás. Mi "novia" (?). De las cosas que uno se entera a la madrugada.

Me maté del todo al contártelo cuando ya estábamos sentados, y no dijiste nada, me desesperaste y lo exageré, pero sabemos que sos una cagona. Y me besaste como nunca, diciendo simplemente que hacemos todo lo que los novios hacen. Riendo como en la más idiota comedia romántica nos quedamos, entre Campana y Escobar. Entre chinos y mailenes.

Justo me venía de enterar de la historia de ellos dos. De la pareja más encantadora de la facultad. Pero que ya eran en ese inolvidable CBC escobarense. Justo debieron besarse por primera vez en "la plaza" de Escobar. Y justo yo, que conozco poco de capital, me fui a besar con vos en una de Juramento. Cabe preguntarse que queda de las plazas zareteño-campanenses, que primeros besos de parejas extranjeras se darán ahí.

Le dejo a Mailén, ahora terrenal como nunca, ahora en tercera persona, porque la segunda la uso para otra, un mail de feliz cumpleaños, casi tan cursi y patético como esto.

Así como ellos dos se tenían en el msn y se habían hablado antes sin conocerse, nosotros nos conocimos sin hablar por varios meses, y por esas cosas de la vida, no conocés la plaza de mi ciudad, por la que paso todos los días, la plaza. La plaza. Mai y el chino ya no pasan nunca por ahí, pero de ahora en más será un lugar de culto para todos lo que conozcan esta historia.

Tan increíble como creer que se hayan besado al mismo tiempo.

Voy a tu casa, y a vos Mai te vuelvo a hablar en segunda persona. Porque cumplo 45 y vos 44, y es un rato nomás, y mal que mal te abrazo y respondés, al verte puedo creer que te gustó mi mail. Tomo una vez más el chevallier, tras augurarte un buen viaje de vacaciones, y como si nada, paso corriendo por la plaza, para llegar a jugar un partido...pero para poder creer en todo: para que la plaza, entre Zárate y Buenos Aires,
sea Juramento, convirtiéndonos en Mariam y yo, y seamos un poco Mai y el Chino.

domingo, 25 de diciembre de 2011

Nochebuena

Es de noche en Japón. Es Primavera en Argentina. Entre chilenas y gemidos de asombro, danzan con la bola los mismos de siempre. Es que es de noche y hace frío, y con dos puñales, la marioneta torpe (pero brillante) aniquila a toda la burguesía. Los juglares hacen deleitar a su público y el circo nunca cierra.

Es de noche y hace frío en Argentina. Pasan once años y sigue siendo la misma noche de Japón. O ya es de día, como aquel Noviembre del dos mil, el espectáculo se brinda al amanecer. Las marionetas y los juglares siguen mezclándose y yo rio. 

Me había contado un uruguayo sobre esta sublime realización siendo yo aún un niño, y recién de adulto, con el doble de edad que en aquel entonces, pude verla en vivo. Gracias a la nostalgia de fin de año, Palermo le vuelve a meter dos goles al Madrid, y Riquelme...la pisa, la pisa, y la vuelve a pisar.

Televisor en off. Y el recuerdo, vuelve a ser fantasía.

lunes, 31 de octubre de 2011

Subtes y Zombis

Voy hacia el fuego como una mariposa y no rima que rime con vivir...

Mailén llegaba con remera punk de ¿bad religion?, muy grande pare ser de ella, muy chica como para que el chino, su dueño más probable. Estaba yo en Uruguay al 200, olvidándome de llevar la dirección exacta. La calle era tan horrible como ella me había jurado tantas veces. "Tenés que comprarte celular, avisé a Nico que llegaba tarde" me dijo. Subimos al departamento a esperar al resto de los chicos, que de a poco fueron llegando. El horario oficial era a las 2 pm. Como soy la última persona puntual del país (algo que detesto cada vez más) resulté ser el único que llegó a esa hora. Eran dos y veinte cuando llego Mai, y tres menos veinte cuando llegaron Nadia y Mariam. Recién a eso de las tres y cuarto llegó Nico, y casi a las cuatro, el chino.

...No se pare,

Se suponía que la caminata zombie empezaba a las tres, y yo único varón por un buen rato, observé a las mujeres en la extraña práctica del maquillaje. Mientras, busqué las gomitas que le había comprado a Nadia por su cumpleaños nunca festejado producto de su ruptura reciente con el anti (aunque en buena medida también se las había comprado justamente a causa de eso) Mailén aportó algunas más que tenía en el cajón del escritorio. Cuando esta altísima jugadora de basquet me dijo que se las dábamos por lástima le dije que sí sin ningún tipo de disimulo, pero le dí un abrazo, o mejor dicho estiré mucho los brazos, me puse en puntas de pie y ella se agachó. Con su pelo naranja, su metro ochenta y pico y su piel muy blanca, definitivamente era la más aterradora. A Mailén el pelo no se le despeinaba ni aunque lo intentase y Mariam tenía para si demasiada ternura como para imponer a alguien temor, pues le resultaba imposible contener la risa en cualquier situación. Yo quedé masomenos, justo me agarraron después que llegase Nico, que no quiso maquillarse, y el chino sólo los ojos.

No se mate,

Llegamos a las cinco menos diez, y los zombis recién se juntaban: había miles en paseo Lavalle. Caminamos muy lentamente entre la muchedumbre, gritando y aullando. Mariam de mi mano, Mai de la del chino. Las cuadras iban lentas, la espalda me dolía por la mochila y la cámara de fotos no estaba cargada y su batería se agotó muy rápidamente. Todo el tiempo nos perdíamos, pero siempre íbamos todos y nos juntabamos donde Nadia, distinguible desde casi cualquier lado.
En un momento la escuché hablando con Nico, medio alicaída por su separación por lo cual inmediatamente propuse un abrazo colectivo: la agarramos entre Nico, Mariam y yo, y detrás nuestro miraban Mai y el chino, que se habían quedado algo rezagados, a los que Na les reclamó que se sumen, y eso hicieron, desde luego. Nico entonces preguntó si sentía un poco mejor y ella asinitió.

Sólo es una forma más

Era curioso que Mariam y yo pudiésemos estar así delante de todos y besarnos sin demasiado prejuicio, sin demasiada lengua tampoco. Ya estábamos los zombis en el obelisco, adueñándonos de Buenos Aires. Ya eran las seis y pico pasadas y yo tenía (y quería más allá de estar contento de estar ahí) que ir a jugar al fútbol a Escobar. El chino, ante mi pedido de ayuda, me explicó como tomar un subte ante las burlas de Nico y las risas de Mariam, intercaladas con alguna indicación extra de Mai. Le di un pico a Mariam, con cierto dejo de culpa por no poder estar solos, y un beso al resto y me fui. Era tan sencillo como me habían dicho: subí en Tribunales y cerca de Plaza Italia también uno de esos que toca la guitarra. Llegando al estribillo me acordé de Nontué, de un mail que me había mandado hace como dos años en tiempos de crisis. Y por sobre todo a ella cantando esa canción, porque definitivamente su voz era mucho mejor que la del tipo. Nontué y unas de sus polleras Hipponas cantando contra la puerta del subte.

de demorarse.

Congreso de Tucumán. Le dí unas monedas en la gorra al tipo de la guitarra, salí al sol, pisé mierda y me subí al bondi rumbo a casa. El conductor me preguntó porque estaba pintado y le expliqué, se rió y me fui a sentar. Me dormí tarareando:

Voy hacia el fuego como una mariposa...

sábado, 15 de octubre de 2011

Endorfinas

Golombek fue a dar una charla a la facu hace un par de meses. Contó que había empezado el gimnasio, que ellos (los biólogos como él) recomendaban hacer deporte porque liberaba endorfinas: sin embargo, no dudo en agregar inmediatamente que estaba muerto, y se arrepentía profundamente.
Dicen que reír también ayuda liberarlas. Y besar, y tener relaciones sexuales. En fin, casi cualquier cosa que nos haga bien las libera, aunque lo más certero tal vez sea decir que nos sentimos bien gracias a ellas y por eso vale la pena hacer ese tipo de cosas.
Curioso, en medio de etapas grises de mi vida, no hacia ninguna de las cosas mencionadas arriba. Un día arranqué yo también con el gimnasio, sigo yendo, y después de la sensación de cansancio y desfallecimiento muscular de los primeros días, pude comprobar que realmente me sentía más feliz después de cada día de ir. Un poco tonto la verdad, pero así de sencillo es todo.

Y pasan las plazas, los parques, las calles, los semáforos, los 107, los parciales, las guías, los susurros, los abrazos, los besos. Haciendo todo eso que nunca hacía, encuentrome cada vez más cerca de ese objetivo único y definitivo.

¿Y ahora qué? A la tarde gimnasio, a la noche con vos. Y después estudiar algo, y fútbol, y volver.

Ciclando las historias como mi Argentina, pisando los principios con finales.

domingo, 2 de octubre de 2011

Domingo a la mañana

Me quedo con tu sol.
Sol de mí.
Si mi vida,
siempre así.
Dos sin vos.
Vos sin yo.
Vos conmigo
y dos sin voz.

Con muchas incoherencias así se van transimitiendo mensajes hacia ningún lado. El tipo va contando nubes en su vaso, y recreando nostalgias en sus manos. Las abre y ve. Ve el campo de frambuesas, el alto pasto sin cortar del campito de al lado, los mechones desordenados de esa compañerita de la escuela que fue, y no sabe si todavía es porque hace mucho que de ella no oye nada. Mates y trucos con el abuelo. Abuelo, "eso es lo que soy ahora" piensa.

Nunca había escuchado la radio. Ahora la música de moda, con su sonido estúpido y repetitivo, lo acompañan para que no se sienta solo. Solo. Solo como se sintió en un Marzo, o tal vez, un Diciembre.

Mira por la ventana de su piecita: las calles tan sucias como siempre. Gentes que van y vienen, y dos besándose contra una pared, los únicos que se quedan quietos por un momento. De a poco el sol sale, los domingos a la mañana parecían ser capaces de reconocer su propia existencia. Como Pablito cuando se ve a sí mismo en una foto. ¿Jugaría Román hoy?

Busca las llaves, porque ya casi que siente un olor a panadería. Junta un par de pesos, es hora de emborracharse y desfallecer por unas facturas de dulce de leche. Se acuerda de las misas a las que nunca fue. Se ríe y vuelve a ser.

Cientos de carteles de publicidad que no leerá, incluyendo a los de los candidatos para la próxima elección, lo esperan en el camino.

Pensar, pensar y pensar. Daría él todo por dejar de pensar.

Terminó se salir el sol, su sol, y este le ilumina toda la cara arrugada.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Gestación

Un hombre borracho me detuvo, me miró fijamente, y cuando yo ya estaba algo atemorizado, exclamó con una sonrisa: "¡El principito!" y siguió con su conversación incoherente. Sólo era mi remera.

La gente entonces ya no era para mí ese río gris y continuo. Ahora había mutado en materia discreta, pues cada uno era una pelotita color cremita que se movía aleatoriamente, sin una ecuación matemática que los describiera de forma sencilla. Pero yo no distinguía del todo bordes y contrastes, o sí, aunque estos no llegaban a ser procesados en alguna parte del camino.

Me quedaba con verde, rojo y amarillo como sinónimo de semáforo. Negro brea: avenida Santa . Marrón de mi remera. Y otro negro, otro amarillo (dos muy distintos) llevando a una distinta (ni cremita, ni gris) hacia algún lugar. Un vos dentro de un taxi.

Y un sesenta color nada, y yo sobre los asientos rojos, durmiendo acostado, despertándome cerca de Garín bañado en líquido amniótico.

Una nueva vida ha comenzado.

Me pregunto cuántos Buenos Aires caben en nosotros dos.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Idas

La chica lleva siempre las mismas zapatillas. Les hace un doble nudo, como le dijo su papá cuando le enseño a atarse. Come gomitas de eucaliptus en el colectivo: las mastica repetitiva y mecanicamente, una adicción que nunca admitió. En el atardecer la luz le da de canto, y los ojos marrones se llenan de verde. Cuando se termina el paquete se encuentra ya cercana al lugar donde queda la parada, así que se arrastra torpemente hasta la puerta delantera (sale siempre por allí porque le gusta saludar al chofer) y desciende de un pequeño salto hasta el piso, tirando el envoltorio, vacío salvo por algunos granos de azúcar que habían quedado sueltos, al tacho más cercano. Pasa por ahí un muchacho, hacen como si nada, pero se toman de la mano (la izquierda de ella; la derecha de él) y se pierden de mi vista entre un montón de gente, mientras el bondi toma el camino equivocado.

martes, 23 de agosto de 2011

Mano de Dios(a)

Antes de entrar al aula de esa escuela, cuya puerta tenía un cartel que decía: "casa del horror", jugamos a que íbamos a tener miedo.

Yo te dije que tenía ganas de mear, vos me dijiste que también. Por lo cual, ambos nos figuramos como sería la experiencia al entrar a ese lugar con semejante urgencia, y gesticulamos un chillido de terror seguido de un suspiro de alivio. Tan idiotas y sincronizados los dos.

Entonces, después de tanto te dejaste caer con delicadeza sobre mi pecho, dejando que tus dos brazos me cercasen como hacía tanto que no lo hacían, y yo también te agarré, para no dejarte ir.

Entré a ese laberinto delante tuyo, como valiente caballero, no veíamos nada, pero nada daba miedo. En la oscuridad avancé chocando todo, y en una de esas, encontré tu mano, la tomé y seguimos, cada vez riéndonos más, siendo yo muy consciente de su calor, hasta que un tipo con la máscara de scream apareció gritándonos al final del camino. No nos dio temor alguno.

Perdido te pregunté como salir, y entonces el enmascarado nos dijo con voz muy aguda: "por acá". Y claro, nos desarmamos los dos, un poco te tuviste que agarrar de mí para no caerte, aunque no te diste cuenta que no tenía sentido que hicieses eso al mismo tiempo que movías mi piso.

Y salimos al sol, de nuevo luz, de nuevo el mundo.

Vos con él, y yo conmigo.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Derecho por la General Paz

El colectivo parece ser un tubo, uno metido en otro, en forma cilíndrica, y las luces se cierran sobre él, cada vez más. Van pasando una a una, apagando y muriendo.

Conté 5 Big Bangs, y los amores quedan en las zapatillas, que juegan a pisarse sobre las piedras.

Bonito insecto, vuela hacia al brillo, se impregna y enciende las luces, se aplastan, y me dan el fuego.

Mundo de abrazos. Soles sin nombres.

Pegajosa belleza, mosca que irradia botones vegetales, flores, humanos y otras faunas.

Otros 3 Big Bangs.

Unas palabras más, inútil viaje de cafeína.

Fotogénicos payasos que nunca acabarán. Y las moscas, y el azúcar, y la luz.

Volemos alrededor de ella hasta morir.

sábado, 6 de agosto de 2011

Fin de los finales

Sólo a veces uno tiene la posibilidad de saber, con algunos segundos de anticipación, cuando algo genial está por suceder. Esos segundos previos se inician en el momento exacto en el cual Mailén toca el timbre de casa. Ese es, sin dudas, mi t=0 en esta historia, la condición inicial que determina todo lo que vino después.

Pero antes, sabiendo yo que ella estaba por arribar, de a poco cada neurona de mi cerebro empieza a pensar en ello, cada neurona mía, pasa a ser una neurona-Mailén, y de a poco todos los pensamientos, todos mis pensamientos, le pertenecen a ella. Y ocupa tanto espacio todo lo que ella significa, que no me alcanza el cerebro, y empiezo a pensarla con la boca, con las manos, con los dedos de los pies, hasta que ya no me alcanza el cuerpo y todo eso se escapa, llena mi habitación, y temo que mi viejo, tomando mate en la cocina, sea invadido por ella, porque ahora todo lo que era yo es Mailén, y también el aire y mi pieza.

Entonces, al sonido del timbre, lo acompaña el sonido de la llave que yo agarro para abrirle, y el sonido de la puerta al abrirse, y después, verla de perfil, a unos diez metros de distancia, sin que ella lo note, esperando que le abra de otro lado, o, tal vez, mirando a mis perros, cada vez más viejos. Me encantó que no le ladrasen.

Y lo genial llega, toda mi casa-Mailén tiene a la verdadera Mailén adentro, y ella ni enterada de eso. Y yo no sé que se hace, no sé si la dejé pasar primero a la casa, porque jamás fui un caballero. Tampoco sé si me quiso dar un abrazo y yo también y nos salió masomenos, porque eso no es lo nuestro, y justamente, por eso, es que un abrazo torpe e inseguro fue tan lindo.

Apoya su cartera en la cama de mi cuarto, que ahora es suyo, y saca un regalo, y yo no puedo creer que siempre sepa lo que tiene que hacer. Lo sabe, no sé. Una bufanda ("Tejida por vos?!") que literalmente disuelve todo lo que yo podía llegar a hacer o decirle. Era su medio cumpleaños, cumplió 43 medios años ayer, cuando yo cumplí 44. Así que le dí un alfajor, no era mucho, pero yo sabía que ese le gustaba.

A esa altura no entendíamos nada, o ya entendíamos todo. En épocas anteriores, nos habíamos regalado tantos te quiero de manera indiscriminada para luego distanciarnos estúpidamente, que la verdad, habíamos vaciado a las palabras de contenido. No podíamos, no podemos (o al menos, yo no puedo) calificar lo que sentimos tan simplemente. Sólo le dije "gracias" y un abrazo, que me devolvió por primera vez después de casi un año. Era terrible volver a abrazarse después de tanto tiempo, más si tenemos en cuenta que nos habíamos seguido viendo, por lo general intercambiando meros silencios incómodos. Aunque yo sé que ella no vive las cosas tan dramáticamente, que no notaba que la casa amagaba con caerse. Para evitar tamaño lío, la solté enseguida.

Ya sólo nos restaba improvisar una charla banal hasta que llegase el resto, porque todo lo que importaba no lo íbamos siquiera a insinuar.

Pasó la noche, y cuando la fuimos a acompañar al colectivo, le dí un último abrazo, el único que nos salió realmente bien, porque yo sé que cuando abraza de verdad, te apoya un milisegundo la cabeza justo abajo del hombro. Yo había aprovechado para estrenar la bufanda.

Todo terminó de una vez. No tiene sentido decir que es un final. No tiene sentido, porque no termina nada. Pero si fuese una película sería uno ideal...llegar a casa y ver por todos lados su boca agigantada cuando se ríe, sus labios rojos, y esos aros con muchas cosas que cuelgan que me encantan. No puedo decir que siento por ella, porque no tengo idea, no tiene sentido siquiera pensarlo. En resumen estaba (y por una cuestión de inercia, como mi cuerpo tiene masa, sigo estándolo) tan feliz, que feliz es la palabra más insípida e idiota que he escuchado.

Si había una que en verdad podía de alguna manera sintetizar todo esto, es la que rebota como pelota a través de todo mi universo: Mailén.

Mailén, Mailén, Mailén, Mailén.

Y te vas del cine.

viernes, 5 de agosto de 2011

Un número de locos

22. Loco. Cuesta creer, concebir siquiera, que tengo semejante edad. Pues, de alguna manera u otra, podría asegurar que tengo unos quince o dieciséis años, desde entonces me olvidado de todo.

Nací el año en que cayó el muro de Berlín, uniendo a una Alemania partida en dos, tan partida estaba que mi abuelo se vino acá, y hoy hablo este dialecto del castellano y no sé una pizca de alemán, más allá de mi apellido.

Nací el año en el que asumió (al menos en mi opinión) el peor presidente de la historia democrática nacional, que ha causado daños de los cuales tal vez nunca nos lleguemos a recuperar del todo. Nací en Pilar, aunque, sin embargo, de ese lugar no sé ni como se llama la calle principal. Sólo nací ahí porque en ese sitio atendía el médico de mi madre.

Viví siempre en Escobar, ciudad de la flor, donde un represor y torturador insólitamente gobernó ocho años. Utilizó como parte de su campaña en 1995, postulándose por el PJ, (el mismo que hoy presenta 6 candidatos para las primarias, (cuatro!) con Cristina y (dos!) con Duhalde) la canción de Los Fabulosos Cadillacs: "Matador".

Vi las gomas de los autos y el país incendiarse un Diciembre, y me recuerdo llorando con mis doce años sin entender.

Grité con Batistuta, y dí varias vueltas alrededor de la plaza San Martín cada vez que ganó el Boca de Bianchi.

Hice primaria y secundaria. Soy, todavía, estudiante de exactas, de Ciencias Físicas, y el lunes me censé.

No sé si alguna vez me enamoré, o si es que siempre amé, y ya no más.

Voté en 2007 y 2009. Fallecí dos o tres veces.

Son las 4 am y a eso de las 2 am de un Sábado como hoy de 1989 yo nacía.

Se murieron mis abuelos y recién ahora los extraño, es la típica conducta humana.

Hablo inglés y castellano, y no creo en nada, sólo en el ser.

Peso unos sesenta kilogramos fuerza, y a mi edad, creo que estar feliz o triste, no es más que una cuestión de actitud.

Recuerdo soles y manos.
Recuerdo mentiras y espantos

Soy lo que fui,
pero seré cualquier cosa.

Camino con todas las mochilas, y todas las cosas. A mi edad, ya tengo un pasado, y ya sé más o menos, lo que seré en el futuro.

Querer es poder, mas el poder no es querer.

Nada es tan simple. Nada es tan complicado.

Pero si me dan a elegir, de este tiempo me quedo con esa luz a través de las rejas del colegio, primero.

Con ese abrazo en la cocina, después.

Y con vos...para siempre.

sábado, 30 de julio de 2011

Pasos

Los dejó solos. Era una de esas situaciones que lo incomodaban. Bah, casi cualquier "situación" lo incomodaba. Se restregó los ojos, y tras cerrar la puerta, sus pasos resonaron, con eco incluido, en su transcurso por el pasillito.
Decidió no tomar el ascensor: la escalera formaba casi su único ejercicio físico rutinario, y además (aunque nunca lo hubiese admitido) tenía cierto pánico hacia ellos. Fue bajando de a saltos, saltando alternadamente con la piernas izquierda y derecha, respectivamente, hasta que cuando le quedaba la última (venía desde el quinto piso) los gemelos le ardían y no tuvo más opción que bajar normalmente. De más estaba decir que no hubo nadie con el que se cruzase en el trayecto, por lo cual se ahorró el ridículo.
Ya en planta baja, llegó finalmente a la puerta, abrió, y dejo pasar a una viejita que sonrío agradecida. Tras cerrar nuevamente con su llave, se le ocurrió que la señora podía ser miembro de alguna organización terrorista, y él, muy descuidado, la había dejado entrar. Tuvo una gran satisfacción y se le curvó una mueca al imaginarse al edificio desmoronándose, provocando cientos de muertos y heridos. Lo que le causaba placer no era el horror en sí, sino el mero hecho de poder ser partícipe de un hecho tan trascendental.
Se alejó unos cuantos pasos más, dejándose arrastar por sus pies hasta la parada, esquivando baldosas rotas y excrementos caninos, aunque, por tener la mirada fija al piso, no pudo evitar chocarse con algún otro peatón. El colectivo llego unos diez minutos después, se subió algo apurado (aunque en realidad no tenía que ir a ningún lado) por lo cual se ganó una mirada ofendida del chofer, y al sentirse atemorizado, como le sucedía en casi cualquier situación, apenas osó a balbucear torpemente su destino, y por fin, para su alivio, llegó a su duro y pegajoso asiento para jugar uno de sus juegos favoritos.

jueves, 28 de julio de 2011

Gol de Sanfilippo

Carta de Osvaldo Soriano a Eduardo Galeano. Del libro 'El fútbol a sol y a sombra' de Galeano.

Te cuento que el otro día estuve en el supermercado «Carrefour», donde antes estaba la cancha de San Lorenzo.
Fui con José Sanfilippo, el héroe de mi infancia, que fue goleador de San Lorenzo cuatro temporadas seguidas. Caminamos entre las góndolas, rodeados de cacerolas, quesos y ristras de chorizos.
De pronto, mientras nos acercamos a las cajas, Sanfilippo abre los brazos y me dice: «Pensar que acá se la clavé de sobrepique a Roma, en aquel partido contra Boca».
Se cruza delante de una gorda que arrastra un carrito lleno de latas, bifes y verduras y dice: «Fue el gol más rápido de la historia».
Concentrado, como esperando un córner, me cuenta: «Le dije al cinco, que debutaba: no bien empiece el partido, me mandás un pelotazo al área. No te calentés que no te voy a hacer quedar mal. Yo era mayor y el chico, Capdevilla se llamaba, se asustó, pensó: a ver sino cumplo».
Y ahí nomás Sanfilippo me señala la pila de frascos de mayonesa y grita: «¡Acá la puso! ».
La gente nos mira, azorada.
«La pelota me cayó atrás de los centrales, atropellé pero se me fue un poco hasta ahí, donde está el arroz, ¿ ve ?» -me señala el estante de abajo, y de golpe corre como un conejo a pesar del traje azul y los zapatos lustrados-: «La dejé picar y ¡ plum !».
Tira el zurdazo. Todos nos damos vuelta para mirar hacia la caja, donde estaba el arco hace treinta y tantos años, y a todos nos parece que la pelota se mete arriba, justo donde están las pilas para radio y las hojitas de afeitar.
Sanfilippo levanta los brazos para festejar. Los clientes y las cajeras se rompen las manos de tanto aplaudir. Casi me pongo a llorar.
El Nene Sanfilippo había hecho de nuevo aquel gol de 1962, nada más que para que yo pudiera verlo.

jueves, 21 de abril de 2011

Las pequeñas aventuras de uno de mis yo

Correr. Correr y saltar es lo más cercano a volar. Arrasado por varios fernets a cuestas y ese cruel escote que pronunciaba los senos que emitían un argumento ya totalmente irrefutable, yo me dejé llevar, y sin más, desplegué mis cuádriceps y gemelos del suelo, una y otra vez, para no volver más, en plena Avenida Santa , casi desierta un Jueves "Santo" por la madrugada.

Desconozco la razón por la cuál yo quería volar. O tal vez no. Pero lo cierto, es que, tras varias cuadras paré, y volví, consciente de que debía llegar a casa, y en eso me arrebató un insensato nuevo impulso de comprar cigarrillos, que me parecen abominables, pero quién sabe. Al fin de cuentas, allí había un kiosco 24 hs. abierto:

-¿Tenés cigarrillos?
-Sí, obvio. (pequeña sonrisa)
-¿Qué marcas?
-(risa) Todas!

Podía recordar sólo una, así que pedí unos malboro y un encendedor. Me fumé dos seguidos en un par de cuadras antes de que llegue el bondi y casi me desmayo, pero al menos, ya no tenía ganas de correr, y hasta en un gesto de altruismo, le regalé uno a un pelado que pasó por ahí pidiéndome.

Llegado a Escobar, se me pasaron las ganas de vomitar, pero caminé más de una hora, compreé boletos de 60 para la semana que viene, y le puse perfume a toda mi ropa apenas llegué a casa, y tiré el paquete casi lleno con encendedor y todo por ahí.

Me levanté y mi vieja y dijo que la ropa olía sorprendentemente bien. Curiosamente, muchas otras veces, al estar en ambientes cerrados, se me impregnaba el olor a faso y ella pensaba cualquier cosa, en fin.

Tengo la voz un poco como el coco Basile, y una alegría enorme de haber abandonado rápidamente mi adicción al cigarrillo, y suena Jefferson Airplane por toda la casa.

Y mujer, tu Otoño está en todas las cosas.

jueves, 2 de diciembre de 2010

118 y después

Una señora embarazada a la que no le dan el asiento, un par de morenos que veo por la ventana hablando un inglés raro, y la chica, con ese pelo atado y un millón de trencitas, ese corte tan africano, acariciando la barba del otro en esa esquina.

Mientras, el bondi pasa y veo, un tipo que remueve basura, y unas palomas que comen más basura. En otra esquina un señor regala unas cuantas burbujas que son de sol, y cuando otra chica, con un niño pequeño se baja, él reclama, y observo como entre medio de sus lágrimas se acomoda en el carrito mientras el bondi arranca de nuevo.

Bajo y hay un ciego por ahí, caminando frente a mí, enorme y, curiosamente, mucho más autosuficiente que el pendejo que pasa enfrente preguntándose porque será que están tan lejos las facultades de psicología y exactas. La distancia es, en sí, enorme, la primera se cae a pedazos: un edificio viejo mal remodelado, y un cartel del centro de estudiantes reclama por papeles higiénicos y jabón en los baños. Es un lugar sumamente triste, y ahí se recibe mi hermana mientras Alberto y cía. confirman que recurso F3 en algún lugar de la segunda, como para no perder la costumbre de fracasar que tengo últimamente.

El fernet esta frío, el cuerpo pegajoso, y no hago más que preguntarme que sigue, porque, si sabía que me iba a ir mal, me pongo tan triste, siendo que este fue el único día que me gustó capital.

viernes, 28 de agosto de 2009

Historias

Algunos rastros quedan en el pasado...algunas historias que podrían ser dignas de contarse, o simplemente, de relatar, deformándolas a gusto del narrador. Esta es una de ellas:

Resulta que, mi abuela, o para mí, la oma, tenía en su natal Francia un novio francés a principios de los años 40. Sin embargo, guerra mundial e invasión hitleriana mediante, los jóvenes de esa nación debieron unirse al ejército nazi, y, entre otras cosas, ir a batallar en una misión prácticamente suicida a Stalingrado (San Petesburgo hoy). Había pasado un tiempo, y el novio de mi abuela, no había regresado.
Las mujeres no tenían muchas opciones: mi antepasada tuvo que, como buena parte del resto de ellas, ser una improvisada enfermera que atendiera a la enorme cantidad de enfermos y heridos que había en los hospitales. Mi abuelo la conoció en una visita a un amigo. Según cuenta la leyenda, él, 18 años mayor que ella, tuvo que hostigarla bastante tiempo, hasta que finalmente consiguió entablar una relación. Lorenzo, sí, así se llamaba este hombre que hoy tendría 103 añitos, trabajaba obligadamente reparando aviones para el ejercito del noble señor Adolfito. Esto fue así hasta que se escaparon a la siempre convenientemente neutral Suiza, donde tuvieron asilo un año, o algo así, hasta que no les quedó otra que venirse a tierras escobarenses (a los desertores del ejército los indultarían 20 y pico de años mas adelante).
Llegaron los años 60, y los Hofele ya tenían 4 hijos varones adolescentes, cuando una carta proveniente de Francia de parte del novio francés que mi abuela, la oma, tenía a principios de los 40 en ese país, contando que finalmente había conseguido volver de Rusia, y había buscado a mi abuela, lógicamente, sin éxito. Se había casado, y tenía 5 hijos. Con la carta, había una foto de su familia.

Perdónenme por pensar así, pero la verdad es que, aunque sea muy egoísta, estoy un poquito agradecido de este desencuentro amoroso. Un poquito.